7 LECCIONES QUE APRENDÍ EN MI PRIMER VIAJE A LA INDIA

Viajar a la India no es un viaje cualquiera…

 

Viajar siempre te nutre. Te nutre los sentidos, el corazón, pero sobre todo el alma.

Ir algún día a la India, el lugar de origen de esta ciencia milenaria, fue mi sueño desde que empecé con el Yoga y la Meditación allá por el año 1997 .

Quería vivir una aventura, conectar con ese país. Vivir y respirar la India auténtica, real. Además, como reto personal me propuse viajar con lo puesto: mochila en la espalda y ver a donde me llevaba el destino.

Uno de los destinos claros era Puna, lugar donde se encuentra el ashram de uno de mis maestros, Osho.  Anhelaba pasar unos días allí y practicar sus meditaciones activas [link a meditaciones activas]

Otro de mis objetivos era practicar y profundizar en Yoga de la mano de un maestro indio.

Recuerdo los momentos en que recopilábamos información para concretar el itinerario, los preparativos para el viaje, toda la ilusión acumulada… Y, finalmente, el sueño se hizo realidad en octubre de 2007.

Como te he adelantado antes, viajar a la India no es un viaje cualquiera… Yo aprendí muchas cosas.

Sigue leyendo y te cuento las más importantes.

 

Lección 1: “El viaje empieza en el momento en que tomas la decisión de ir”

 

En la vida cada momento es importante, todo cuenta. Los preparativos son ya parte de la aventura y es interesante aprender a disfrutar de estos instantes desde la conciencia y la tranquilidad.

Todo llega y cada cosa tiene su momento. Así como en la práctica de Yoga, recordamos el “vivir y disfrutar el tiempo presente”, es importante hacerlo también en la vida.

Eso es Yoga.

Aún recuerdo la emoción cuando el avión aterrizó en Bombay. Salir del avión y pisar por primera vez India fue algo muy especial.

Bombay es una gran ciudad. El ambiente, las gentes, todo era tan diferente a lo que estábamos acostumbrados en Mallorca…

En el aeropuerto cogimos un rickshaw (así llaman a los taxis pequeños). Me impactó ver al conductor descalzo y el trayecto hasta el hotel fue toda una aventura… ¡Qué manera de conducir! Los claxons sonando todo el tiempo, un montón de tráfico, mucha gente en las calles… definitivamente, otro mundo.

Pero, pese a tantas horas de viaje, ¡mis ojos y mis sentidos estaban más abiertos que nunca! 

 

Lección 2: “Deja el miedo, confía”

El momento en que empecé a disfrutar plenamente de la India fue cuando empecé a abrirme a confiar.

Los primeros días, el miedo a lo desconocido, te hace ser desconfiado. Pronto me di cuenta de que ese miedo y desconfianza no me dejaban disfrutar al 100% de la experiencia.

Ahora puedo decir que lo que me tiene enamorada de la India, además de la energía tan especial que tiene el país, es su gente…

Al empezar a abrirme a las situaciones y a las personas con las que me cruzaba pude mirar desde el corazón y descubrir personas con una inocencia peculiar, un brillo en los ojos y una sonrisa muy especial.

La mente es útil muchas veces, pero dominada por el miedo no te lleva a ningún lado. Mejor vive desde el corazón.

Si sientes paz, ese es el camino.

 

Lección 3: “Expectativas = Frustración. La vida tiene sus propios planes”

Nunca imaginé que me resfriaría a los 2 días de llegar a India. Me habían advertido “cuidado con beber agua sin embotellar, no comer crudos, pelar las frutas, lavar las manos a menudo…” pero nadie me habló de un posible resfriado con fiebre…

Justo cuando llegamos a Puna tuve que pasar los 3 primeros días en cama, sin poder salir a la calle ni acudir a las meditaciones en el ashram. Eso me causó un sentimiento de profunda frustración, pues aquello no era lo que estaba planeado… pero la vida tiene sus propios planes.

Todo sucede por un motivo y, como un día me dijo un buen amigo, “la vida nunca se equivoca”. Nada es bueno o malo. Seguramente mi cuerpo necesitaba parar y, ese descanso de 3 días, me permitió disfrutar del resto del viaje al 100%.

Lección aprendida y ¡menos mal!

Porque, en más de una ocasión durante el viaje, tuve que ponerlo en práctica. Dejar las expectativas y fluir con lo que viene, confiando que es lo mejor que puede pasar, desde una mente abierta y positiva.

 

Lección 4: “Todo está bien”

Los días en Puna fueron muy buenos. Sobre todo por la experiencia en el ashram, pero también por un encuentro con una persona muy especial, un comerciante sufí que tenía su tiendecita de camino al ashram. En su trastienda pasamos muchos ratos tomando chai (té indio) y charlando sobre la vida. Recuerdo bien su energía y su sonrisa, pero sobre todo su sabiduría, su saber estar y sus consejos:

  • “Todo está bien, y aunque parezca que no está bien, también está bien”.
  • “Si ves bonito es porque tú eres bonito”.
  • “Amaos siempre”
  • “Confía en la vida”…

Ese comerciante fue tan maestro como el mismo Osho.

 

Lección 5: “La meditación está en la calle”

Una buena amiga me dijo antes de partir “¿qué vas a buscar a la India? ¿Yoga? ¿Meditación? Pues no hace falta que vayas a ningún ashram, en India, si no tienes meditación, no podrás cruzar una calle…”.

En ese momento no la entendí muy bien, pero una vez allí y puesta en situación lo ví muy claro: fluir, presencia, atención – relajada, tranquilidad y conciencia.

En definitiva, el estado de yoga.

Todos ellos son requisitos indispensables para cruzar una calle y funcionar en ese país. El tráfico y la acción en India es todo un “caos controlado” y ver como sus gentes se desenvuelven en él, desde la tranquilidad, es toda un experiencia y todo un aprendizaje que te queda para la vida.

 

Lección 6: “Shanti, shanti… Trabajar la paciencia y bajar el ritmo”

Definitivamente, los ritmos en India son otros.

Aunque hay mucha acción y movimiento constante, día y noche, puedes sentir que todo se hace desde un espacio de tranquilidad, cada uno va a su ritmo.

Sigue existiendo el valor de la contemplación y el “no hacer”, y, sobre todo, la paciencia.

Para que veas de lo que te hablo…

Una vez, tras realizar un curso intensivo de Yoga en Hampi, decidimos plastificar nuestros diplomas para que no se estropearan durante el viaje… pero, en Hampi, no había papelería. Así que tuvimos que coger un rickshaw e ir al pueblo de al lado, encontrar la papelería y hacer una gran cola que se veía desde lejos. Nos tocó esperar… ¡y no poco! Finalmente, llegó nuestro turno, salimos con nuestros diplomas plastificados y volvimos a casa.

Entre una cosa y otra, llegamos por la tarde. Después, nos sentamos a tomar un chai y nos dimos cuenta de que habíamos tardado todo un día sólo para plastificar dos hojas… ¡En casa esto sería impensable!

Nos reímos y fuimos conscientes de que aquel día estuvo repleto de regalos.

Tuvimos una gran conexión con el conductor del rickshaw (una persona increíble). Después, ir hasta el pueblo de al lado (que no estaba cerca) fue toda una aventura, viajando por una carretera sin asfaltar llena de baches. Al llegar, nos tocó encontrar la papelería, para ello tuvimos que investigar entre los lugareños. Y finalmente, cuando llegamos, estaba la Gran Cola por delante. Pero, mientras esperábamos nuestro turno, tuvimos tiempo de conversar largo y tendido con las personas que estaban a nuestro alrededor, contemplar cómo viven, cómo es su día a día…

La lección aprendida fue proponerme uno o máximo dos objetivos al día. Hacer demasiadas cosas te obliga a ir con prisas y las prisas no te permiten disfrutar plenamente de lo que estás haciendo. Tampoco te dejan apreciar los pequeños detalles a tu alrededor.

Está muy bien “hacer”, pero sobre todo «hacer disfrutando del camino”.

 

Lección 7: “Apreciar lo que uno tiene”

India es un país de contrastes.

Choca mucho ver el lujo más descomunal al lado de la miseria extrema.

Verlo con tus propios ojos y de forma tan evidente te hace reflexionar. En realidad, es un claro reflejo del mundo en el que vivimos.

He visto una familia viviendo debajo de una mesa, aceptando con dignidad su situación y viviendo su vida sin quejas. Personas en la calle comiendo en el suelo y, al pasar, ofrecerte un plato de arroz con una sonrisa de oreja a oreja…

Son imágenes que te quedan para siempre en el corazón.

Aprendí a aceptar y apreciar lo que uno tiene. Ser generoso sin importar si lo que tienes es mucho o poco (al fin y al cabo, es solo material). La actitud es lo más importante.

 

Estas son solo 7 lecciones, de todas las que aprendí, en mi primer viaje de yoga y meditación a India.

Es difícil resumir en palabras lo que una experiencia como un viaje así te aporta. Seguramente, a nivel sutil e inconsciente, hay muchos más aprendizajes que seguro han marcado y van marcando mi vida todavía ahora.

Lo que es seguro es que este viaje marcó un antes y un después…

Viajé a India buscando algo, no sé muy bien el qué, pero me llevé mucho más de lo esperado.

Sí, aprendí más técnicas de Yoga y disfruté de la meditación, pero no sólo en el ashram…

La enseñanza más profunda la tomé especialmente en sus calles y con sus gentes, con encuentros maravillosos, de las experiencias simples del día a día.

Un viaje a la India nunca te deja indiferente.

Después de un mes y medio de aventura, regresé a casa con el corazón lleno y con la certeza de que volvería.

Y así fue. Después de este viaje vinieron algunos más y con ellos las ganas de compartirlo con nuestra gente.

Así, surgieron nuestros viajes de yoga y meditación a India.

 

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